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LOS CHICOS DEL TALLER DE REVISTA

lunes, 17 de octubre de 2011

A continuación la segunda carta al lector, texto elaborado por la alumna LAURA ASURMENDI – 3º “A”



Novela: Los sapos de la memoria – Graciela Bialet

Sr. Director:

30.000 personas desparecidas (o quizás más), muertes, violaciones, secuestros y una pregunta que hasta el día de hoy no tiene respuesta: ¿qué pasó por la cabeza de los militares argentinos al torturar a estas personas inocentes? Raptándolas de sus domicilios sin motivo alguno, se le aplicaban castigos inconcebibles, impensables. ¿Cómo se hace para creer que quienes debían cuidarnos, protegernos y defendernos, hicieron lo contrario: lastimaron, torturaron, asesinaron?

La sociedad vivió durante esos años presa del miedo, la angustia, la tristeza. No podían expresarse libremente, no podían dormir tranquilo, no podían vivir en paz. No sabían si en el momento más insospechado forzaban la puerta de sus casas y los llevaban. Tenían miedo de salir al exterior, ni siquiera para ir a comprar el pan de todos los días por temor a que los secuestraran. El famoso Falcon verde, aquel auto que se convirtió en el símbolo de la tortura. Torturas que cuando salieron a la luz años después producían escalofrío y ponían la piel de gallina, todas ellas inhumanas, dolorosas.

Esta época de terror dejó una marca indeleble en la memoria de los argentinos quienes muchas veces preferimos no recordar porque nos causa un profundo dolor. La angustia que sienten tantas personas al saber que sus familiares o amigos ya no están y la desesperación de otros quienes aún desconocen el paradero de sus seres amados. Por ellos que les toca tan cerca me pregunto cómo hicieron para vivir y cómo hacen para seguir viviendo con el dolor, buscando respuestas en el lugar equivocado, con miles de interrogantes que nunca tendrán solución.

Silencios eternos, voces acalladas, palabras que nuca serán pronunciadas, vidas destruidas, sueños rotos, ausencias mortales, miradas perdidas. A veces desearíamos que todo hubiera sido un mal sueño y que al despertar todo siguiera normal como siempre. Pero ¿cuál es la parte buena de esta sangrienta historia? Tal vez la esperanza de que algún día se reencuentren en las alturas del cielo y nos esforcemos por ganar eso para no perderlos NUNCA MÁS. Mientras tanto, les pediremos que iluminen nuestra senda y nos enseñen el camino y que su presencia nos rodee siempre hasta que se cumplan nuestros destinos.

Ahora que ya nada se puede hacer, lo único que esperaos es que no se vuelva jamás a repetir ese espantoso capítulo en la historia de nuestro país.

Camilo Suárez

Texto elaborado por la alumna LAURA ASURMENDI – 3º “A”

Novela: Los sapos de la memoria – Graciela Bialet

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