.REVISTA

La localidad de los nombres raros

No solo llevan con orgullo llamarse Digna Marciana, Plautila, Firmo o Lupiciano sino que muchos de ellos están transmitiendo estos nombres a hijos y nietos.

La idea de bautizar a los niños con nombres de siglos pasados fue del secretario del ayuntamiento en un intento por ayudar al cartero del pequeño pueblo burgalés de Huertas de Rey.

El nombre en el colegio

El nombre muchas veces puede actuar como una verdadera losa sobre nuestras espaldas, sobre todo en la época del colegio, donde muchos niños son realmente crueles. Más de uno ha deseado por haberse llamado de otra manera cuando ha tenido que decir su nombre.

Huertas de Rey

Sin embargo si por algo destacan los habitantes de Huertas de Rey, una localidad situada en la provincia de Burgos, es que sus vecinos llevan con mucho orgullo nombres demasiado largos, raros o en peligro de extinción.

Nombres raros

Son nombres que hoy ya no se escuchan pero que fueron comunes hace demasiados siglos. Dando un paseo por Huertas de Rey puedes encontrarte con Lupiciano, Sicilio, Ataúlfo o Burgundófora.

Otros nombres son Estilia, Firmo, Filonila, Gudelia, Digna Marciana, Exuperancia, Plautila, Eufronia o Auspicio.

Pero ¿cómo es posible que vecinos nacidos en el siglo XX conserven nombres de épocas pasadas? Según explican en el pueblo la "culpa" es del secretario del ayuntamiento, que se empeñó en registrar a los niños con nombres poco habituales con el objetivo de evitar las confusiones

¿Confusiones? Sí, cuando el secretario hablaba de confusiones se refería al pobre cartero local, que se volvía prácticamente loco cuando repartía la correspondencia ya que en un pueblo pequeño como este -400 habitantes-, muchos de ellos no solo compartían nombre sino también apellidos

Entonces, para solucionar el problema, la carta debía leerse entre las personas que compartían ese nombre y apellidos para ver a quién le pertenecía, y de esa manera se acababa con la intimidad y se propagaban los secretos por el pueblo.

Así que al secretario recurrió al Santoral para encontrar nombres con los que bautizar a los recién nacidos. Una práctica que ya ha pasado por cuatro generaciones.

No solo los adultos tienen nombres muchas veces imposibles de deletrear, sino que algunos padres están siguiendo con la tradición del antiguo secretario y están bautizando a sus hijos con sus propios nombres u otros nuevos como Iza, Yoel o Arandina.

Y es que llevar un nombre o apellido raros es objeto de orgullo por muchos. En Huertas de Rey se hizo para facilitar la vida al cartero local, pero en otras partes del mundo la gente tira de sus sentimientos a la hora de elegir el nombre.

Fuente: Noticias MNS.es

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